La sombra del recuerdo
- Leo Eliseo
- Apr 8
- 1 min read
Updated: Jun 10
Tras abdicar su trono interior, el hombre vagó sin mapa por los corredores de su mente. Sin corona, sin voz, y —lo peor— sin certeza. Donde antes había orden, ahora había eco. Donde antes había juicio, ahora había imágenes desordenadas que caían como nieve negra.
Fue entonces cuando comenzaron a aparecer.
Las sombras.
No eran fantasmas. No tenían forma fija. Pero él las reconocía.
Una por una.
Como si vinieran de un lugar que no sabía que aún existía:
su infancia, su adolescencia, sus pérdidas.
Eran recuerdos. No los que uno guarda con orgullo, sino los que entierra sin lápida.
Uno le mostraba el rostro de su madre justo antes de morir, cuando él fingió que no le temblaban las manos.
Otro, la noche en que mintió para encajar entre amigos y nunca volvió a ser él mismo.
Otro más, la promesa que rompió... y que juró jamás recordar.
Cada sombra lo seguía en silencio, con una presencia más real que la de cualquier ser humano.
No podía hablar con ellas.
Pero ellas hablaban sin palabras.
Al principio las odiaba. Luego las temía.
Hasta que una tarde, mientras caía en un sueño profundo, entendió:
no eran enemigos.
Eran partes suyas que se negaron a morir.
No venían a castigarlo, sino a recordarle lo que había sacrificado por ser Rey:
la humanidad.
El error.
La herida.
Lloró por primera vez en años. No de tristeza, sino de reencuentro.
Y cuando abrió los ojos, ya no había sombras.
Solo estaba él.
Completo.
Fragmentado, pero completo.
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